martes, 24 de septiembre de 2013

LE GRAND RAID DE PYRENNÉES 2013 (por Adrian)




160 km con 9.700 mts de desnivel positivo
23-24 de agosto de 2013
Componentes: Roberto y Adrián



Sin saber muy bien cómo ni porqué, hemos llegado hasta aquí. Una broma llevó a otra, y el caso es que aquí estamos Rober y yo dispuestos a embarcarnos en una de  nuestras aventurillas.
Llegamos pronto a Vielle Aure para cumplir los horarios franceses. En el briefing nos informan de algún detalle de la carrera, parece que la meteo nos va respetar.
Cenamos la clásica pasta y empieza a llover un poco… pronto se convierte en una auténtica tormenta que nos pone los pelos de punta, como esto no pare no se si saldremos.
A las 3:45 suena el despertador, no llueve, hace una noche estupenda, menos mal. Desayunamos, nos preparamos y allá vamos. La salida es en la plaza del pueblo, casi no cabemos, alrededor de mil personas con risa tonta están apelotonadas esperando la salida. Puntuales a las 5:00 dan la salida y ahora si que si, empieza la gran embarcada.
Lo primero es una subida de 1.400 metros hasta el col de Portet, y una pequeña bajada hasta Merlans, donde está el primer avituallamiento. Esta primera subida la hacemos muy bien, frescos, en una bonita noche, con los corredores agrupados dando un espectáculo de luces, algún pequeño tapón que nos limita el ritmo y nos permite hablar, bromear, y en definitiva disfrutar.
Desde Merlans, ya de día, toca una subida de unos 500 metros hasta el col de Bastanet. Seguimos con un muy buen ritmo, el sitio es muy chulo. Desde el collado una larga bajada hasta Artigues, km 29. Esta bajada la corremos bien, pero las piernas ya empiezan a cargarse. Rober nota las primeras molestias en su rodilla, veo que no corre a gusto, retiene demasiado.
Desde Artigues una larga subida al mítico collado de Sencours y después a la cima del mítico Midi de Bigorre. El sol nos castiga en esta zona, se hace un poco larga, pero la hacemos muy bien. En la cima paramos unos minutos, disfrutamos del paisaje, vemos de donde venimos y buscamos adónde vamos… mejor no pensar en eso… bajamos de nuevo al collado de Sencours. En esta bajada Rober también sufre, la rodilla no va bien, no le deja correr a gusto, le hace retener demasiado, empiezan las dudas.
Ahora toca un tramo largo con 4 collados, una zona bastante chula pero que se hace larga al final. Llegamos al avituallamiento de Hautacam y seguimos una larga bajada hasta el pueblo de Viellelongue, km 72, donde está la base de vida, llegamos a las 21h15. Me parece un nombre curioso pero muy bien puesto. Siempre llegas cansado, con molestias, deseando parar y con sensación de no poder seguir mucho más, y sales como si te acabaras de levantar de la cama, revives. Nunca hay que tomar la decisión de abandonar un ultra antes de disfrutar de una buena base de vida, nunca.
Allí nos aseamos, de hecho nos duchamos enteros con una manguera “a la fresca” (en la puta calle), nos curamos las primeras rozaduras, nos cambiamos de ropa íntegramente, comemos caliente… resucitamos en definitiva. La última bajada ha dejado muy tocado a Rober, los dos sabemos que no va a aguantar, no vamos ni por la mitad. Se plantea parar, y no se qué aconsejarle. Al final decide acompañarme durante la noche hasta Cauterets o la siguiente base de vida, se que lo hace por mi, él tiene claro que su rodilla no le dejará acabar.
A las 22h30, ya de noche y con muchas dudas, salimos al siguiente tramo. Toca una subida muy dura de 1.000 metros, que se continúa con otra de 800. Se hace muy larga, el ritmo es lento. La sensación de comernos los kilómetros que teníamos hasta ahora se convierte en sensación de que nos comen las horas. Vemos que todo el mundo va bastante clavado también, cuesta ganar metros, se hace muy largo. Rober sufre, al final va a convertir un dolor tonto de rodilla en una lesión importante, tiene que parar. En el avituallamiento de Pouy Droumide, a las 2h00, hablamos con el enfermero y los tres estamos de acuerdo en que debe parar. Desde allí lo bajarán en unas horas en un todo terreno y luego en autobús hasta la salida, es lo mejor.
Me despido de él y salgo con muchas dudas a la oscura noche detrás de un pequeño grupo para seguir los 800 metros de subida que faltan hasta la cima del pico Cabaliros. El parón largo que hemos hecho me ha permitido recuperar, y esta subida la hago muy bien, vuelven las buenas sensaciones. Hay una densa niebla, el frontal me ciega y la humedad me cala entero. Empiezo a ver gente tumbada en el camino. Al primero lo despierto, le pregunto si se encuentra bien, y me responde con un grito. No hay que saber mucho francés para entender lo que me quiere decir. Luego veo muchos más, me pregunto si esta gente luego puede seguir tras quedarse helados y empapados, no se si se recuperan o lo dejan definitivamente.
El caso es que llego bien a la cima y disfruto del espectáculo de estar por encima de la niebla, viendo las siluetas del inmenso pirineo, el cielo estrellado y una nube que cubre las cotas bajas tapando el valle. Continúo con la larga bajada hasta Cauterets, adentrándome de nuevo en la densa niebla, por un sendero con bastante barro e incómodo en alguna zona. Parte de este tramo lo hago con un señor de 67 años, curioso personaje, pasamos un buen rato, incluso nos perdemos un poco por ir hablando despistados, nada grave.
En Cauterets, km 100, descanso un poco y subo los 1.000 mts hasta el collado de Riou. Ha amanecido, la temperatura es estupenda y sigo con muy buen ritmo. Desde allí, bajada pasando por Aulians y Sazos hasta Esquieze Sère, segunda base de vida, es el km 120 y son las 11h33.
A esta segunda base llego como siempre, muy cansado, pero se lo que hay que hacer: asearse, cambiarse de ropa, comer, descansar… y luego salir, sin pensar. Llevo los pies muy dañados, me duelen mucho las plantas. Decido ponerme las deportivas de entrenar y dejar las trabuco. Para subir iré más cómodo, y para bajar… Dios proveerá.
Se que me queda lo más duro, porque siempre “queda lo peor”, pero también se que voy a acabar, las piernas van bien, la cabeza va bien, los pies… a los pies que les jodan.
Se está nublando, me dicen que habrá una tormenta a las 18h00, mierda, me va a pillar en collado, en lo más alto.
A las 12h30 salgo a por la larga subida de 1.800 mts y 20 km hasta el collado de Barègues. La primera parte es una pista muy muy larga. Voy a buen ritmo, adelanto a gente, pero tengo sensación de no avanzar. El altímetro no sube, tiene muy poca pendiente, pero no puedo correr porque es cuesta arriba. Se me hace muy duro. Aparece el hombre del mazo, y me golpea con fuerza. Afortunadamente me da en lo que más duro tengo, la cabeza. Las piernas siguen funcionando. Me siento cansado en general, vacío, tengo mucho sueño y me duele la cabeza. Ahora entiendo a esos que vi tirados en la noche, vaya bajonazo. Me resisto a parar, como, bebo, me pongo la radio pero solo cojo una emisora de literatura francesa, me estoy hundiendo, pero se que no falta mucho para el avituallamiento de Tournaboup. Al final llego. Llevo caminando solo varias horas, pero eso está lleno de gente, gente muy sonriente y fresca. ¿De donde han salido? Me siento unos minutos, como y sigo. Aquí consigo un ritmo mejor, he vencido el ataque de sueño, recupero las buenas sensaciones, pero me adelantan grupos de 10-15 personas a un ritmo muy superior ¿tan mal voy? ¡pero si ahora me encuentro bien! Yo sigo a mi ritmo, se que es suficiente para cumplir mis horarios, además de que no puedo ir más rápido, esto es lo que hay.
Por fin llego al collado, muy nublado, por lo que no puedo disfrutar de las vistas. Se acabó la última subida larga, ahora a bajar. Me adelanta algún grupo a un paso muy fuerte. Es una bajada técnica, no tengo piernas para correrla, pero alguno me pasa como si le persiguiera el diablo. Si van tan bien ¿por qué estamos juntos en el km 130? Sospecho lo que luego confirmaré, son los de la carrera de 80 km. Me vuelvo a animar, no voy tan mal, voy cumpliendo horarios, además me he librado de la tormenta, falsa alarma.
Después de la bajada hasta el lago Oule, una pequeña subida de 200 mts hasta Merlans. Como un poco, muy poco, no tengo hambre y ya da igual. No cojo agua, no quiero peso. Me abrigo, me pongo el frontal y salgo a por el último collado, una subida de 300 mts hasta el collado de Portet. Subo a tope, ya no hay nada que guardar.
En el collado me pilla la noche, otra vez con niebla densa, no veo nada. Queda una bajada de 14 km, bastante buena. Me uno a un grupo de 3 personas que me ayudan a encontrar las balizas, yo no las veo. Corremos, corremos mucho, más de lo que yo correría, pero da igual, no quiero quedarme solo en la oscuridad, corro con ellos forzando. Me quedo sin pilas en el frontal, pero no paro a cambiarlas para no perderlos. Me sorprendo del ritmo que llevo, de poder correr tras 150 km y un montón de horas, alucino, y corro, corro bastante, y disfruto de poder correr. El tiempo que ganamos con el ritmo lo perdemos en algún parón buscando el camino, pero da igual, seguimos corriendo.
Al final veo las luces de Saint-Lary al fondo del valle, ya no queda nada, estoy llegando. Camino un poco para respirar el aire frío de la noche, pierdo mi grupo y me quedo solo en la oscuridad. No cambio la pila, ya da igual, el pueblo está ahí. Disfruto del momento, pienso en todo lo que ha pasado, alucino de estar ahí, no me lo creo. Salgo a una carretera y sigo trotando hasta que alguien me llama por ni nombre, es Rober, me espera en la oscuridad, que alegría. Me anima, me abraza, me felicita, me grita, me cuenta su regreso y me pregunta por mis aventuras. Yo casi no hablo, le digo que voy cansado, que ha sido muy duro, voy sin fuerzas. Trotamos hasta la meta, paso de la oscuridad y la soledad a las luces cegadoras y el bullicio de la plaza de Vielle Aure. Conseguido, alucinante.

He disfrutado mucho estudiando el libro de ruta con sus mapas detallados,  ha estado en mi mesilla de noche durante semanas.
He disfrutado haciendo tiradas largas durante meses, convenciéndome de que 160 km son demasiados.
He disfrutado del ambiente de una gran carrera, de las dudas, de las decisiones, de las apuestas de material, de la estrategia.
He disfrutado del recorrido, imposible de hacer por nuestra cuenta sin la cobertura de un gran ultra.
He disfrutado de ver sitios nuevos y de pasar por sitios en los que estuve hace años con gente importante, de unir cosas que parecían lejanas y en el fondo están tan cerca.
He disfrutado de ver como las piernas te pueden llevar muy lejos si las cuidas.
He disfrutado leyendo crónicas, antes de la carrera para conocerla, y después para ver como le ha ido a otra gente, lo que me ha animado a escribir estas líneas.
He disfrutado de la compañía de un buen amigo que se embarca conmigo en estas locuras, y he sufrido la dureza del vacío de la soledad durante muchas horas.

Bueno, también han habido ampollas, pies hinchados, dolores de cabeza, bajones, cansancio, sueño, frío, calor… pero eso dura unos días y se olvida, sin embargo la pedazo de rutaca que nos hemos hecho, eso… eso es irrepetible.

lunes, 23 de septiembre de 2013

LARRA-LARRAU 2013. Por Marcos.




Como casi todos los puertos del mundo de la bicicleta, al de Larrau también lo conozco gracias a mi afición al ciclismo de competición. Corría el año 1996, y a pesar de que ya no era precisamente un crío sufría como si lo fuera la derrota de Induráin en el Tour del 96.  Nunca olvidaré al pobre Miguelón reventado en este puerto camino de Pamplona, en la etapa que iba a ser su homenaje personal del Tour, pidiendo agua a los coches de otros equipos y a 8 minutos del grupo del líder Rijs. Por eso nunca se me olvidó el nombre de Larrau, desde aquel día considerado por muchos el puerto más duro del Pirineo.


Y como no, desde entonces se han creado hasta 3 carreras cicloturistas que suben por alguna de sus vertientes; la Pax Avant, la Irati Extrem y la Larra-Larrau. Quizás la más tradicional es precisamente esta última, que además sube el puerto por la vertiente más dura, la del Tour del 96, es decir, de Francia hacia España. El único problema, o al menos en mi caso, es que se corre en Septiembre, y después de las vacaciones de verano, la forma física queda muy lejos de la que se tiene en primavera.

Sin embargo, este verano las circunstancias me han permitido andar en bicicleta bastantes días… asi que ¿por qué no intentarlo?.  Miro mi cuentakms anual: 2200 kms este año. Para lo que estoy acostumbrado… ¡de sobra!.

El día de la carrera se anuncia con la clásica alarma meteorológica que precede a cualquier actividad de los Sin Rumbo. Esta vez es por tormentas. De hecho, 10 minutos antes de darse la salida en Isaba cae un chaparrón que hace que muchos de los participantes que ya estaban vestidos de romanos y con las bicis fuera del coche decidan recular y volverse a Pamplona (la mayoría) antes que soportar un día así (de los mil inscritos creo que salieron 600 entre la marcha corta y la larga).



Yo, para variar, decido salir. Eso si, me visto como si estuviésemos en Marzo, más que al final del verano. El primer obstáculo del día el puerto de La Piedra de San Martín (col de Soudet por el lado francés). Un puerto de 14 kms, con pendientes bastante llevaderas y que recorre todo el valle del Roncal hasta la frontera. El tiempo nos respeta, al menos no llueve, y entre la niebla y las nubes vamos viendo el paisaje kárstico de Larra, lleno de simas hasta parecer un auténtico termitero de dimensiones gigantescas. Dejamos de lado la Venta de Juan Pito (no se pierdan sus migas si tienen oportunidad) y el ruinoso Refugio de Belagua, ahora abandonado pero en su día unos de los más entrañables de todo el Pirineo (¿por qué se dejó cerrar??). Llegamos a la Piedra de San Martín, allí donde una vez al año los pastores roncaleses y franceses se intercambiaban el derecho a pastar con una ceremonia que aún se recuerda. Toca abrigarse… ¿aguantará sin llover?.

Descenso de 26 kms a lo más profundo de Francia…. Lloviendo y con más frío que un pingüino. El cuerpo empieza a temblar encima de la bici, aunque aún conservo la sensibilidad en los dedos para frenar. Menos mal que abajo nos dan té caliente y la cosa se atenúa un poco.

Llegamos a la subida al Issarbe. Dicen que es casi peor que Larrau, y la verdad es que el perfil es bastante parecido. La subida es grandiosa, a pesar de que casi no se ve nada entre la niebla. Da la impresión que estamos a años luz de Zaragoza y sus secarrales, entre tanto musgo, helecho, haya y roble. La temperatura no termina de bajar así que la única dificultad añadida a las rampas es el barrillo que en el asfalto mojado ha formado el estiércol de las abundantísimas vacas que pueblan estos valles. Efectivamente, los primeros kms son criminales y me harto de pedalear de pie a pesar de llevar calzado un 34x29 (menos mal…). La llegada a la cima es una mezcla de alivio y de miedo, pensando en que “sólo queda lo peor”.
 Y qué decir de Larrau. Un puertarraco de kms, con 4 seguidos a más del 10.5%, después de lo que llevábamos encima. Y para no traicionar el espíritu de estos valles niebla cerrada, de la de no ver más allá de 50 metros. Por supuesto, estamos tan dispersos a estas alturas que cada uno va a su ritmo, solos, y en mi caso a cámara lenta (a 7-8 kms/h y más de pie que sentado). Como diría un profano de la bicicleta…”¡parecéis tontos!”. Las rampas previas al col d’ Erroymendi son el lugar más agónico de la subida… y donde han decidido ponerse los fotógrafos de la prueba, ¡menudo sadismo!. Afortunadamente, el par de kms al 2% que siguen a este collado son cruciales para descongestionar las piernas, cargarse de valor y afrontar el último kilómetro y medio de la subida, de nuevo por encima del 10%. Dicen que el último tramo es interminable porque ves la cima y parece que nunca llega. Por lo visto yo fui afortunado porque con la niebla que había me ahorré esa desagradable sensación y sólo fui capaz de ver el col cuando quedaban 30 metros.

Y señores, por fin había coronado Larrau, y sin parar en toda la subida, igual que en los otros dos puertos. Puede ser una tontería pero yo considero ascendido un puerto cuando soy capaz de hacerlo del tirón… sin detenerme a descansar.

A partir de aquí a abrigarse y de nuevo a bajar. Las primeras curvas te llevan por encima del bosque de Irati, esa maravilla del valle navarro de Salazar. El Ori debía quedar a mis espaldas, presidiendo la postal, pero la niebla apenas me dejo ver ni a uno ni al otro… supongo que no se puede tener todo en el mismo día.

El puerto de Laza es un mero trámite para encarar los últimos kms de recorrido antes de Isaba. La Larra-Larrau ya está en el bolsillo.

El frontón de Isaba nos reúne a todos los ciclistas en torno a la comida. Momento de compartir las experiencias de cada uno, comparar la dureza de los puertos, del tiempo, etc… Ganan por goleada los vascos y navarros, aunque llama la atención la cantidad de valencianos y catalanes que también vienen a sudar a estas tierras. En fin, a recoger y a casa, parando antes en Roncal para comprar un buen queso de oveja y un pacharán… que los productos de este valle no son para pasarlos de largo. A esas alturas ya estaba cayendo una impresionante tormenta que hubiera hecho estragos en la carrera si se hubiera adelantado un par de horas.
Larra-Larrau: 143 kms, 3600 metros de desnivel positivo.

PD: Las coincidencias de la vida; ¿sabéis quién estaba corriendo la marcha corta un poco por detrás mío?. Miguel Indurain. ¡Y acabó el 14º!. Está claro que el campeón no dejó de enfrentarse a Larrau en el 96…


jueves, 12 de septiembre de 2013

MATAHOMBRES 2013 (por Galo)



8 de Septiembre de 2013.
Camarena de la Sierra (Teruel)

              Un representante de SINRUMBO y 599 participantes mas en una vuelta de 76km divididos en dos sectores, uno de 40km y otro de 36km. Desnivel acumulado de 2000mts.
Línea de salida, petado de gente. Intenté ponerme en cabeza del pelotón en la salida, adelantando en 200-300mts a varios participantes, pero, como siempre, la potencia es corta y pasa factura. Subida no muy marcada, pero continua, que me obliga a entrar en  modo tortuga y veo como todos me adelantan mientras  solo puedo maldecir el cemento y cruzar los dedos para que no me alcance el coche escoba.....
Hasta que llegó el momento de las bajadas y... ¡¡SI!!!... eso es lo mío...  Me cobro  venganza de esos adelantamientos y sin apenas tocar el frenos adelanto sin parar, hasta que una nueva subida, esta vez por pista, activa el modo tortuga...y así durante la mayoría del trayecto.
                Reflexionó mientras pedaleo sin detenerme en ningún avituallamiento, ya que cargo con tres litros de agua y lleno los bolsillos de orejones, y veo como la gente es bastante puerca y deja el monte hecho un asco ( papeles de barritas, botellas....).
                Lo mejor de la carrera son  las TRIALERAS  ya sean en subida o bajadaSiento que puedo terminarla  y me motivo (saltos, derrapes, giros cortos...). Termino el 408 con 5:50hs, eso si...vuelta a casa reventado   y con sueño. Un bajón esto de volverse solo...