Y cuando parece que la motivación iba a saltar por la ventana llega la sierra de Algairén al rescate...
Integrantes SinRumbo:
Marcos y Rober
Este post lleva en sus entrañas a tod@s aquellos que entrenan en la sombra, dentro de un garaje, a las horas en las que ni las alimañas se dignan a asomar, en esos días de perros donde el vórtice del sofá atrae sin compasión las ganas de salir, cuadrando horarios y obligaciones, y recurriendo a las zonas de siempre donde la retina ya no encuentra nuevos matices y el gris comienza a cubrir los halos de aventura...Que por qué lo hacemos? Porque cuando llega la opción de una aventura, y siempre llega, más te vale estar preparado, el hombre del mazo no conoce de excusas...
Aparcamos Marcos y yo los coches en el santuario de la ermita de San Cristóbal de Aguarón. Temperaturas bajo cero de camino y al llegar apenas un grado positivo se asoma por el termómetro. Carretera helada y un dedo nieve en el parking. La sombra de haberla cagado con la elección de ruta sobrevuela, pero no hay marcha atrás. Tenemos el comodín de mañana de actividad y no se puede tirar por la borda. Nos ponemos en marcha con pintas alpinas 100%, tres capas y yo hasta las mallas de skimo como sobre pantalón. Las nubes que coronan la sierra no invitan al baño...
Llevamos el track de wikiloc de @RSAZAL “Santo de Aguarón - sendas de Algairén. Circular al valle de Tiermas”.
Tramo inicial de estampa invernal que nos alimenta el alma y nos devuelve los aromas de las tierras pirenaicas de ese norte prohibido y anhelado. Rodamos por una pista nevada pero con buen grip al mantenerse la nieve sin transformar gracias al pelete que nos acompañará durante todo el día. Llegamos al merendero del Raso De la Cruz, cruce de caminos y acceso desde Cosuenda. Pista en ascenso hacia el collado del Tío Francisco en busca de la senda de La Lechera. Tramo inicial en ascenso donde la nieve añade un plus en todos lo sentidos; pie a tierra en un par de ocasiones pero sendero muy top con un risco que antecede al collado que hace de mirador improvisado y que nos permite atisbar el reino de las planas y tierras bajas. El segundo tramo del sendero lleva en un largo descenso hasta el Valle de Tiermas. Una joya de sendero, accesible sin ser un sensei del enduro pero con algunos tramos donde conviene echar pie y recordar que en las condiciones en que estamos la opción de un accidente no está encima de la mesa.
La euforia lo inunda todo, y para cuando me doy cuenta que no he cogido ni botellín de agua ni comida, las vistas del Valle de Tiermas y el sendero del mismo nombre anestesian cualquier atisbo de auto reproche. Afortunadamente, son ya unas cuantas horas de vuelo y muchos entrenos en condiciones ayuno y penurias varias, y siempre nos quedarán las bellotas! (o las viandas de Marcos...).
El Valle de Tiermas nos recuerda lo que tenemos no tan lejos de casa, una auténtica joya donde incluso actividades familiares con peques tienen su hueco. To be continued...
Pista en ascenso para seguir ganando metros de desnivel hasta un collado donde una señal que reza “La Buitrera” nos lleva sin descanso hasta un nuevo collado con cruce de señales. Este tramo de senda es glorioso, estrecho y con la épica de la alfombra blanca; tiene la dificultad justa para poder hacerlo del tirón con pedaleo estilo hámster pero con una sensación agónica al coronar con ese sabor que solo deja el trabajo bien hecho.
En el alto, senda no marcada justo en línea recta hasta buscar una pista que nos lleva dirección al alto de la Falaguera, punto más elevado de la ruta. Este tramo de senda es bastante pino y “esquiable” en las condiciones que nos encontramos, así que hacemos un tramo mixto.
Desde la pista, ascenso continuado ya rumbo al alto y mirador de La Falaguera, punto más elevado de la ruta con una chincheta final que nos deja un poco muñecos. Hace un viento helador y aunque las vistas son muy chulas, no vemos el momento de buscar abrigo en el cambio de vertiente con el bosque. Deshacemos el ascenso para buscar la última senda...para enmarcar. Con el nombre de senda de la Tía, merecerá la pena buscar la historia que hay detrás del nombre porque vaya pasada de descenso. Un tramo inicial helado que hacemos a pie y el resto ya entre nieve, piedras y tramos compactos dentro del bosque, disfrutando como chavales (nada más lejos de la realidad). El rigor del frío hace mella en nuestras zapatillas, con suelas congeladas y calas que no encajan. Incluso una rama le recuerda a Marcos que no hay ripstop que valga cuando la naturaleza decide prestar batalla (que se lo digan a su chaqueta).
De vuelta al Raso De la Cruz, ya solo nos queda desandar el tramo inicial de la ruta para cantar el alirón. El track original aún tiene una sorpresa final con un último loop para buscar un descenso “bonus track” que nosotros nos saltamos esta vez. Las piernas ya van maduras y en breves momentos el reloj marcará la hora en que nuestros corceles tornarán en calabaza, el paisaje nevado dará paso al calor del hogar y el buen sabor de la ruta persistirá como lo hace un buen vino...de Cariñena; toma, claro!
Datos técnicos:
37,7 km
Tiempo total 4h25’
Desnivel positivo 1360 m
Dificultad: ruta potente, con un desnivel considerable y algo rompepiernas. Condiciones invernales o de mucho calor pueden añadirle un plus. >90% ciclable para aficionados con talento, 100% para espíritus libres de ZonaCero.