Hacía
tres años que no volvía por Calcena. A pesar de la belleza de esta marcha
cuesta animarse asufrir bajo el calor moncaíno de Agosto. Pero este año debutan
otros dos sinruberos; Jacobo y Galo. Casi nada. Y para rematar Rober se une a
la partida pero a su manera: corriendo.
La
Calcenada tiene muchas cosas que la hacen especial; el calor de agosto, la
dureza de los repechos que rodean Litago, las bajadas interminables por la cara
noreste del Moncayo… pero sin duda lo mejor de esta prueba es la organización.
Y es que se trata de una asociación vecinal (la de Los Amigos de Calcena) la
que cada año coordina a todos los pueblos de la zona y prepara una jornada con
1000 ciclistas y un buen montón de senderistas y corredores que durante día y
medio rodean la sierra. Organizar todo esto tiene ya de por sí mucho mérito,
pero si a esto le añadimos unos avituallamientos copiosos, una comida final muy
organizada y una actitud siempre amable, el resultado es de sobresaliente. Además,
es de agradecer como todos los voluntarios se esfuerzan en mantener el espíritu
popular de la marcha, remarcando e insistiendo en que esto se creo como una
andada no competitiva y así debe seguir siendo, a pesar de la invasión en los
últimos años de los ciclistas con ansias de ganar el Tour empezando por
Calcena.
¡Ah!,
y un último detalle que me pareció ejemplar; la UT del Mont Blanc otorgaba 3
puntos a los que culminaran esta carrera a pie… pero desde este año los han
rebajado a 2. El motivo: la existencia de demasiados avituallamientos. Ante
esto, la organización, lejos de cambiar su filosofía, no sólo no ha suprimido
avituallamientos, sino que ha ofrecido devolver la inscripción a los que
perseguían obtener los dichosos puntos por encima de disfrutar de la marcha.
Chapeau.
Bueno,
y después de tanto elogio vamos al lío. Salimos Galo, Jacobo, Miguel (un
compañero del curro al que Galo engañó para sumarse a la aventura) y yo. Parece
que el día no va a ser tan caluroso como parecía. El primer obstáculo, el Tablado,
nos vuelve a demostrar que o se sube muy en cabeza o es imposible no echar pie
a tierra por caídas o salidas de cadena de los que van delante. Algún flipao
aún se dedica a criticar a los que pie a tierra o incluso caídos en el suelo
bloquean la ruta. Les doy un consejo: vuelvan mañana y tendrán toda la subidica
para ellos. La bajada y posterior subida por tierras sorianas hasta Cueva de
Ágreda no presenta grandes dificultades pero desgasta las fuerzas como una
lija.
Segunda
dificultad del día: El Canto del Hincao, techo de la prueba. Esta vez subimos
sin tanto pelotón, más tranquilos y relajados y disfrutando del esfuerzo. Nos
agrupamos en la cima para iniciar el bajadón hacia la provincia de Zaragoza. A
pesar de que nos habíamos repetido como un mantra que esta bajada era
peligrosa, Jacobo besa el suelo para darnos la razón. Solo chapa y pintura.
El
resto del recorrido hasta la comida de Litago lo hacemos china-chano,
dosificando en los continuos pechugazos que hay que superar para ganarse el
pan. Cuando llegamos al precioso balcón-mirador de Litago nos llevamos la gran
decepción del día…¡se ha terminado la brasa!!. Adiós a los tradicionales
choricicos y longanizas de la comida. Habrá que correr más la próxima vez.
Y qué
decir de lo que queda. Como diría un amigo con coleta “¡tranquilos que sólo
queda lo peor!”. Y es que es en esta
parte del recorrido en donde el calor empieza a hacer estragos. La subida a la
preTonda (una subida infernal asfaltada de 1.5 kms con un desnivel aproximado
del 15%) y a la Tonda, se nos hacen eternas aunque para algún debutante parece
que menos dura de lo esperado. La próxima vez no les meteré tanto miedo…. La
bajada la hacemos sin problemas, pensando en el famoso último avituallamiento
de la prueba, con su barril de cerveza. Sin embargo, estamos predestinados a
disfrutar sólo al terminar el recorrido ya que de nuevo nos quedamos con la
miel en los labios… ¡el grifo está roto y no pueden pinchar el barril!.
¿¿¿¡¡¡¡Eso hay que subir!!!!???? |
Menos
mal que en las piscinas de Calcena podemos aplacar nuestra sed con una buena
jarra. En la comida se nos unen además varios conocidos que también han hecho
la prueba y que coinciden con nosotros en lo cordial y entrañable que es todo
en esta “carrera”.
Pero
como no todo puede ser perfecto, mi última foto es para la cabecera del
barranco de Valdeplata, un recuerdo sentido del desastre que hace poco más de
un año ocurrió en uno de los tesoros de la comarca y del que aún no se han
recuperado sus habitantes. Espero que no
tarde en resurgir de sus cenizas… nunca mejor dicho.
Agradecimientos
a: Calcena, Purujosa, Borobia, Cueva de Ágreda, Agramonte, Lituénigo, San Martín, Litago, Alcalá, Añón
y Talamantes.
PD:
Siguen encontrándose papeles de geles y barritas en el recorrido de la prueba.
Cualquier ciclista que aún tenga dudas en dónde dejar ese papelito que le
sobra, que no dude en contactar conmigo, que le daré gustoso unas nociones
básicas sobre orificios corporales en los que caben perfectamente…
Buena ruta, si señor
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