8.45 am de este domingo 23 de octubre. Aparcamiento del centro de información del P.N. de Ordesa en Torla. Punto de encuentro de Marcos, Galo y servidor (Rober), con la menos importante presencia en tareas de logística de una de las Irene del grupo (en este caso, la mia!!) . Aunque el sol todavía se muestra perezoso, el parking comienza a vibrar con la llegada de corredores, preparaciones de última hora, saludos entre conocidos y trotes diurnos de calentamiento a la espera de la hora H.
Ante un sin fin de ritos de preparación frente a la carrera, los SIN RUMBO no queremos ser menos y como si de los mismos All Blacks se tratase, Galo inicia un ritual que siembra el respeto entre los asistentes; primero da buena cuenta de 1 litro de mate (pasión argentina) y a continuación remata la faena con una breve sesión de yoga que atrae más de una mirada. Marcos y yo simplemente trotamos unos minutos y hacemos unos estiramientos estándar; Galo ya se ha encargado de sembrar las dudas en el pelotón acerca de nuestra procedencia y potencial en carrera...
Recogemos dorsales y camisetas de recuerdo, mientras el reloj va corriendo y poco a poco el ambiente de carrera se intensifica. Quedan unos últimos minutos para la popular "meadica de nervios" y ya nos toca quedarnos con las canillas al aire para poner rumbo a la línea de salida. En la cabeza, están los consejos del Capi, y en el maletero tanto los bastones como alguna alternativa a las mallas y camiseta corta. Hay que quitar lastre...
La plaza del ayuntamiento de Torla rebosa de corredores a las 9:55 am. Ya no hay marcha atrás; solo hay tiempo de ajustar pulsómetros, poner el reloj en modo cronómetro y comprobar los cordones de las zapatillas. A estas alturas, el speaker oficial de la carrera nos anuncia que cada 4 km tendremos avituallamientos...mierda!! La riñonera porta bidones que le he prestado a Galo pierde todo sentido, así que la carrera comienza con nuestro compi Galo con la riñonera en mano buscando a Irene para dejársela.
La aventura a comenzado al galope, con un primer descenso en busca del puente Gualar. Ha hecho falta menos de 3 minutos de carrera para que los SIN RUMBO se desperdiguen; por un lado Marcos y yo, mientras que Galo en la retaguardia comienza su lucha en solitario contra el crono. El dueto de cabeza va cogiendo buen ritmo, por debajo de 5´ el km mientras rompemos a sudar y buscamos ajustar pulsaciones. Apenas hemos recorrido los primeros 2 km y ya tomamos buena conciencia de lo desperdigado que anda todo el mundo, cada uno buscando su hueco en la carrera y adaptándose al trazado. Durante los primeros 9 km disfrutamos de un precioso rompepiernas por senderos en la ladera izquierda del río Ara. Vamos enlazando subidas y bajadas con desniveles inferiores a 200 metros, pero con pendientes suficientes en las subidas para notar las piernas a pleno rendimiento y con bajadas que comienzan a marcar notables diferencias en función de la técnica de descenso de cada uno. Nosotros a lo nuestro, manteniendo un ritmo y relevos constantes que nos permite ir avanzando posiciones y, sobre todo, disfrutar de lo lindo de la carrera con buenas sensaciones. La temperatura es perfecta, y el otoño seco del Pirineo no impide trotar bajo la sombra de un abanico de colores de los árboles caducos, y con una alfombra de hojarasca bajo nuestros pies.
Ya hemos pasado un par de avituallamientos, y apenas hemos aprovechado para dar un trago de agua. Nos vemos muy cómodos con el ritmo de carrera, y no queremos tentar a la suerte con parones ni interrupciones. Tenemos en mente el puente de los Navarros como referencia de mitad de carrera e inicio de la principal subida de la carrera. Según nos aproximamos, escuchamos los gritos de aliento de unos cuantos excursionistas y un grupo de chavales que aplauden como locos a nuestro paso. Chocamos un par de manos mientras cruzamos el puente, con algo menos de 1 hora transcurrida y pasados los primeros 10 km del recorrido. A estas alturas, no tenemos ninguna referencia de Galo, solo la confianza de ser un máquina, a pesar de enfrentarse por primera vez a una carrera de montaña. Esperamos esté dosificando las fuerzas y haya podido encontrar un ritmo tan bueno como el nuestro.
Ya estamos por una pista de cemento en plena subida y a la búsqueda del alto de La Llana, punto más alto de la carrera con 1260 m de altitud. Es un desnivel inferior a 200 m desde el puente de los Navarros, pero de nuevo con una pendiente que impide un ritmo rápido. Ponemos el modo "diesel" y ajustamos la cadencia; es un momento perfecto para un gel mientras nos acomodamos en un pequeño grupo de 4 corredores. Muy breves intercambios de palabras, con frases cortitas para no dejar escapar ni un gramo de fuerzas por la boca. Toda mi concentración está puesta en el altímetro del reloj, y en el pitido del gps de Marcos que me indica que hemos devorado un km más. Seguimos bien, nos vemos bien de ritmo y mejor aún cuando le canto a Marcos que estamos en la cota 1260 m...subida conquistada!! Esperábamos un ascenso más duro, pero encantados de la vida con afrontar el tramo final de la media maratón con fuerzas, una sonrisa en la boca y la ilusión de dejar a un lado el hueso de la carrera. Ahora trotamos a muy buen ritmo por un pista ancha y cómoda, a pesar de los cantos sueltos que hacen agudizar la atención. Tenemos por delante una estupenda bajada y queremos pensar que todo será igual hasta la meta final en Torla...mentira!!!!
La pista ancha da paso a una nueva red de senderos, muy pedregosos y con raíces que sirven de apoyo en la zancada, mientras de nuevo nos vemos afrontando cortos pero exigentes repechos que nos obligan a bajar el ritmo y andar. Sube baja sube baja...esto no puede ser bueno para las piernas! Veo a Marcos con muy buenas sensaciones, manteniendo siempre un ritmo constante como buen experto ciclista, todo un rodador y un fichaje de lujo para los SIN RUMBO. Yo saboreo mientras tanto una ampolla segura en el arco plantar de mi pie izquierdo, y en el fondo no me genera malestar alguno porque hace ya tiempo que entendí que estas aventuras sin un punto de sufrimiento no saben igual, y hay que aceptarlo y saber también disfrutar de esos momentos de superación personal.
Seguimos corriendo junto a otros 2-3 corredores, que desde hace un buen rato se ajustan a nuestro ritmo y no parece que muestren mucho interés en alternarse en relevos. Nosotros seguimos a lo nuestro, y las buenas sensaciones no nos abandonan de momento. Una falsa sensación de seguridad que me seduce por completo, acelerando en un momento dado el ritmo a sabiendas que estamos seguramente en los últimos 5 km de carrera. Las piernas responden, y Marcos también, así que no dudo en mantener el acelerón y aprovechar un tramo de sendero que permite una carrera fácil con alternancia de suaves repechos. Todo marcha de vicio, y nota una estupenda sensación de velocidad, pero de repente mis gemelos me recuerdan que hace rato he superado mi límite habitual de entrenamiento de 10 km. Primero es el gemelo izquierdo, y en seguida el derecho se une con un exquisito calambre que me bloquea la zancada y el apoyo del pie...mierda!!! Tengo que bajar la marcha, y ahora solo confio que Marcos pueda mantener el buen ritmo de carrera y continuar los escasos km que nos separan de meta. Él nota mi cambio de ritmo y me pregunta si todo va bien; le digo que sí y me alegro que mis gemelos no puedan hablar y dar su opinión al respecto. Marcos toma la cabeza de carrera y yo comienzo mi pequeña lucha personal contra el deseo de mis piernas de parar y buscar asiento en alguna roca del camino. Me centro en mi respiración, y pasados unos minutos pongo toda mi concentración en mi pisada, intentando avanzar con el mínimo esfuerzo de mis gemelos, intentando buscar ayuda en cualquier otro músculo menos fatigado. Alterno el trotar con algún tramo en subida andando, manteniendo a Marcos en la visual y todavía confiando pueda retomar ritmo y unirme a él para la entrada en meta. Pero según pasan los minutos, acepto mi nuevo ritmo y me conformo con poder saborear mi llegada a Torla. Sin duda, el avistar los tejados del pueblo me llena de energías, y decido abandonar todo pensamiento relativo a mis gemelos y tirar adelante...calculo que deben ser menos de 2 km y a estas alturas, no pienso dejar escapar mi primera media maratón de montaña. Un último apretón, y enfilo una potente bajada final que desemboca en el asfalto de la carretera principal. Unos cuantos paisanos aplauden a nuestro paso, y la callejuela empedrada que lleva a la plaza del ayuntamiento me propone el último reto; menos de 100 m de subida con la megafonía de fondo anunciando mi dorsal...esto no se me escapa!!! Paro el crono en 1 h 57 min y me reencuentro con Marcos cruzando la meta. Finisher!!! Nos damos un merecido abrazo, que pone punto final al genial trabajo de equipo de la carrera. El beso de Irene sirve de merecido trofeo, y ahora solo queda guardar unas mínimas fuerzas para sacarnos las fotos de rigor y dar cuenta de unos trozos de plátano y naranja.
Toda nuestra atención se centra al cabo de unos minutos en Galo. El tercer mosquetero debe estar a punto de acabar, y sabemos que lo va a lograr aunque seguro que la montaña le está enseñando las bondades de 21 km de carrera a través de sus laderas. De repente, lo vemos enfilar la recta de llegada...mucho Galo!!!!! Su madre, su novia, su perro...todos coreamos su llegada a meta, mientras pasa a nuestro lado con cara de pocos amigos y una visible fatiga...necesita un poco de aire pero en breve estará con nosotros, disfrutando del éxito. Los 3 SIN RUMBO ponen rumbo a las duchas con una sonrisa en la cara y esa sensación tan placentera del trabajo bien hecho...
NOTA: Observen en esta última imagen el grado máximo de flexibilidad de Marcos. Foto que me genera la duda de si ha sido sacada de un libro de pilates. Posiblemente sea incapaz de estirar la pierna derecha y mantenerse sentado...(by Jacobo)
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