El Heraldo del 19 de mayo anuncia que cuatro de
los principales partidos políticos (PSOE, PP, Cs y PAR) quieren relanzar la
unión de las estaciones de esquí del valle de Aragón y de Tena por la Canal
Roya (enlace a la noticia). En el mismo diario anuncian la intención de ampliar la estación de Cerler
no solo hacia Castanesa sino también hacia Ardonés, para aumentar la cota de la
estación hasta los 2800 metros y “combatir el efecto del cambio
climático” y “combatir la despoblación” (enlace a la noticia).
Resulta paradójico que la forma de combatir el
cambio climático sea perpetuar y potenciar un modelo turístico que lejos de ser
sostenible con el medio ambiente lo ha transformado en aras de que produzca dinero,
no de protegerlo. También sorprende que sigamos confiando casi todo el
desarrollo del territorio a un negocio, el de la nieve, que está condenado si no se revierte la situación climática actual. Ampliar las estaciones de esquí conlleva
inevitablemente más desplazamientos de vehículos desde las grandes ciudades, más
gasto de electricidad y agua para fabricar nieve, más especulación urbanística y
sobre todo supone alterar irreversiblemente los ecosistemas de montaña que son
(o eran) la esencia de estas montañas.
Y no vale como justificación decir que con eso se soluciona la
despoblación del medio rural; el empleo que se genera es en su mayoría temporal, de mala calidad y está condicionado a las precipitaciones de nieve. Los
valles se llenan de edificios que sólo se ocupan unos meses al año y fuera de temporada la población desaparece dejando lujosas urbanizaciones desiertas. Eso dista mucho de ser
una medida efectiva para afianzar a la población.
No discuto que genere riqueza, pero creo que ya
es hora que prioricemos otras formas de desarrollo que no tengan como único
objetivo el producir dinero a corto plazo. Es hora de cambiar el modelo y
apostar por un desarrollo que sea realmente sostenible, con vistas a mejorar un futuro
que por ahora no es muy esperanzador. Diversificar las actividades económicas
debería ser una prioridad, y apostar de una vez por
otras formas de turismo que respeten el medio en el que se desarrollan, sin
destruirlo, así como por las actividades tradicionales locales. El Pirineo no sólo es nieve, es ganadería, cultura, historia, deporte, turismo
rural, gastronomía o naturaleza. Entenderlo es fundamental para que
perviva tal y como lo conocemos.
Nuestras montañas no se pueden comparar con la
magnitud de los Alpes o las Montañas Rocosas.
Es una cordillera infinitamente más pequeña y frágil, con más estaciones de
esquí de las que probablemente puede soportar. No la podemos convertir en el Benidorm
de la montaña. Primero fue la ampliación de Espelunciecha, solo frenada por la
frontera francesa. Ahora Cerler y la Canal Roya. En el cajón de algún político esperan la estación de esquí de Punta Suelza y la ampliación hasta el túnel de Bielsa
de Piau Engaly.
El planeta y el sentido común nos piden que frenemos, que ralenticemos
el tren de consumismo voraz en el que vamos, que nos adaptemos a los
recursos. El Pirineo es un buen ejemplo de ello. Intentemos
cambiar el discurso.
Totalmente de acuerdo querido Marcos. Hay que ponerse en acción para revertir este caos y ya tengo algunas cuantas ideas que contaré en persona. Bien escrito!
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