Mal día para esquiar; riesgo elevado de aludes, limitación de horario por temas familiares, anuncio de borrasca.... Así que, fieles a nuestro sentido común, a las 8:45 nos juntamos y enfilamos para el Pirineo.
La zona del Pelopín-Erata, en el valle de Tena, es una de los hermanas pobres de las excursiones pirenaicas, demasiado baja para grandes desniveles y habitualmente con poca nieve. Sin embargo, esos "defectos" la convierten en el lugar ideal para días en los que el resto están peligrosas o inestables.
La idea original de hacer la travesía Erata-Otal-Pelopín se ve pronto estorbada por unas nubes negras que entran desde el oeste y los problemas digestivos de alguno de nosotros. La primera parte, por el bosque y las lomas de norte que dan acceso al collado Ronata, se hacen comodamente, disfrutando (al menos en mi caso) de la primera salida del año y alucinando de que por primera vez en mi vida he conseguido la combinación de esparadrapo-doblecalcetín-plantillas que hace que no me roce ni me duela ningún punto del pie.
Tramo de bosque |
Llegando al collado de Ronata |
Después de algún tramo de nieve dura que obliga al canteo, llegamos al Pelopín, justo cuando nos engulle la nube. Afortunadamente se queda por encima de nosotros y nos deja bajar con aceptable visibilidad.
Pelopin al fondo |
Cima entre las nubes |
Por cierto, de la bajada mejor ni hablo. Bueno si: nieve irregular, pestosa, venteada, con continuos badenes que hacen que hasta nuestro "bajador" Rober visite el suelo en alguna ocasión. Para compensar, un precioso quebrantahuesos nos sobrevuela a escasos 50-60 metros, dejando ver sus contrastes ocres y negros y buscando, probablemente, el cadáver de una vaca que habíamos dejado atrás 100 metros más arriba.
En fin, para un día tonto, una actividad muy aceptable. Aire puro, nieve y charradas.
Cuidado con los tiburones |
Nuestro cámara sin cámara |
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