Apurando el otoño y apurando las horas previas al anunciado
aguacero que se nos venía encima, Jorge y yo elegimos una ruta de la
ZonaZero circular y de medio día.
Salimos desde Boltaña con la intención de enlazar en Aínsa con la
número 13, la del bosque de Banastón en las faldas del macizo de la Peña
Montañesa. Se trata de una ruta forestal y de nivel técnico medio, que
no es poco para lo que se gasta por aquí. Además creemos que vamos a
marcar un hito en la historia de la ZonaZero, ya que Jorge está empeñado
en hacerse la ruta con su bici rígida de toda la vida que entre otras
grandezas... ¡tiene hasta parrilla!.
Desde luego, en este mundo del Enduro en el que es difícil ver una
bici de menos de 3000 pavos, es de agradecer este toque clásico (o
vintage que dicen ahora...), ¡bravo Jorge!.
Pues eso, con más miedo a que se desmonte la bici de mi compañero
que a la meteorología o a las trialeras salimos por la escollera del Ara
hasta llegar a Aínsa. A partir de ahí subida por una otoñal carretera
hasta el pueblo del Soto, donde nos metemos de lleno en el bosque a
través de pistas muy cómodas y frondosas. Poco a poco se van cerrando
hasta desviarnos por una senda perfectamente acondicionada para el paso
de las bicis, con un suelo limpio y sin apenas piedras que hace que
disfrutemos de la corta subida y el rápido descenso hasta el cruce de
Sarrau Chico, donde seguimos bajando pero ya por pista. El bosque nos
rodea en todo momento.
Aunque toda la ruta se podría hacer por pistas, el último tramo de
descenso desde Pumariello hasta la carretera que baja de Buchitar se
hace de nuevo por sendero, algo más técnico pero igualmente asequible a
nuestro nivel.
La bici de Jorge aguanta... solo se ha soltado un enganche de la
parrilla con la vibración, que volvemos a atornillar para seguir la
excursión.
La vuelta a Aínsa la hacemos por el cauce del río que baja de Soto,
ciclable a pesar de ir... ¡pedaleando dentro de un río!, y eso que ya
había empezado a llover.
Una vez en Aínsa nos damos el gusto de subir hasta el castillo
montados en la bici y tras pasar por la plaza, nos dirigimos a Boltaña
por la pista que desde la Cruz Cubierta se dirige a San Vicente de
Labuerda. Esta pista es habitualmente una subida mantenida hasta la
balsa que marca el desvío hacia Boltaña, antes del Cocullón. Sin
embargo, las gotas caídas hasta ese momento habían formado una película
de barro arcilloso que se pegaba como la brea a las ruedas y zapatillas,
haciéndonos imposible avanzar al bloquear continuamente las ruedas.
Esos 4 ó 5 kilómetros, que iban a ser cómodos y rápidos, se convirtieron
en un pequeño infierno en el que sólo se podía avanzar empujando la
bici, llevándola a hombros o incluso campo a través por el bosque,
salvando el lodazal de la pista. Esta última opción nos enseñó que por
fin este año han salido los rebollones que, ahora si, eran fáciles de
encontrar... ¡y de pisar si no se andaba con cuidado!.
Cuando por fin dejamos la dichosa pista y empezamos por fin a rodar
pasó lo que siempre pasa en estas situaciones; una pedalada más fuerte
de lo debido y... ¡adiós patilla!. Al final fue verdad que la bici de
Jorge no iba a aguantar.
Con la patilla rota tocó bajar como se pudo hasta Boltaña por la
última senda del día, más difícil técnicamente que el resto y más en
mojado, pero sin grandes sustos.
A pesar del barro el bucle es realmente espectacular, de dificultad
media y no muy larga. Sin duda para repetirla pronto, con parrilla o
sin ella...
Hola.
ResponderEliminarBueno, cada uno va con la bici que quiere o puede, pero lo que está claro, es que es una circular para disfrutar de la BTT, tiene que ser un maravilla atravesar esos bosques.
Un saludo