En tiempos en los que la comunidad científica se desespera avisándonos de las consecuencias del cambio climático, en Aragón seguimos apostando, esta vez con fondos europeos, por viejos e insostenibles modelos de desarrollo. Coincidiendo con la cumbre de Glasgow, nuestro gobierno anuncia nuevas ampliaciones en Castanesa o la unión de las estaciones (Candanchú con Astún, Astún con Formigal) por la Canal Roya. Y todo ello disfrazado de desarrollo sostenible (¡qué palabra más maltratada!) que, al parecer, fijará a la población.
No nos dicen, sin embargo, que el negocio de la nieve implica alterar el ecosistema de forma irreversible, sacrificando zonas que deberían estar protegidas. Ni que para que sea rentable, el negocio necesita que miles de clientes se desplacen desde las ciudades con sus potentes y contaminantes vehículos privados. Tampoco nos hablan de la especulación urbanística que hay detrás de cada ampliación ni por supuesto de que, en vez de fijar población, lo que hacen es estacionalizarla e hipotecarla a un “monocultivo”, el de la nieve, cada vez más anacrónico en un mundo en el que se nos derriten los glaciares. Dinero fácil y a corto plazo a cambio del futuro de nuestras montañas y de nuestros montañeses.
¿Cuándo vamos a aprender que hay que cambiar el modelo? ¿Cuándo vamos a dejar de ver el Pirineo como un bien de consumo o como un parque de atracciones?. Ahora, más que nunca, hay que apostar por el medio natural y sus gentes. Diversificar la actividad económica, con el turismo, sí, pero también con las actividades tradicionales, con la agricultura ecológica, con la ganadería extensiva, con la descentralización de los recursos de las ciudades. Apostemos por un turismo de deporte, de naturaleza, de gastronomía, de cultura, … que no requiera destrozar el entorno en el que se desarrolle. Consumamos menos para consumir mejor, de proximidad, de calidad.
Es
hora de que dejemos de comportarnos como la orquesta del Titanic, que seguía
tocando para disimular que el barco se iba a pique. No creo que lo que necesitemos
ahora sea un aprés-ski en los ibones de Anayet o hacer la GR-11 en telesilla.
Marcos
Díez.
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