Corría el año 778 cuando Suleyman, el gobernador musulmán de Zaragoza, ofreció a los francos de Carlomagno una alianza militar frente al califato de Córdoba. Sin embargo, cuando el ejército carolingio llegó a las puertas de la ciudad, fue traicionado y atacado y tuvo que emprender una precipitada huida de nuevo hacia sus territorios del norte. En su retirada fueron atacados por sarracenos y vascones y el ejército se dividió en dos, quedando el conde Roldán (o Rolando) al mando de la columna que intentaría la huida a través del Pirineo.
Tras mil batallas y herido de muerte por una flecha, el bravo Roldán llegó exhausto y ya sin ninguno de sus hombres hasta una inexpugnable muralla de roca que le impidió, en el último momento, cruzar el Pirineo y arribar a su querida Francia... Con sus enemigos pisándole los talones la suerte estaba echada. Pero antes de morir, el caballero juntó las pocas fuerzas que le quedaban para levantar por última vez su espada Durandal y asestar un golpe a la roca que abriera para siempre el paso a través de esa maldita pared...
Así lo cuenta La Chanson de Roland, el cantar de gesta más antiguo escrito en lengua romance... y así se sigue contando en la tradición pirenaica que nunca ha perdido la admiración por ese fenómeno geológico conocido como la Brecha de Rolando.
Aunque ya había subido hasta la Brecha desde el circo de Cotatuero, tenía pendiente el ascenso por el norte, así que, de nuevo sin compañeros por las vicisitudes del calendario y del trabajo, llegué al refugio de Bujaruelo con la idea de hacer esta ruta de la que tan bien me habían hablado.
La jornada prometía ser larga. Tras pernoctar en el cómodo y reformado refugio, a las 7 am estaba ya listo para salir en dirección al puerto de Bujaruelo.
Tras dejar el bosque la subida pasa por praderas en las que bulle la primavera: flores de todos los colores y frenéticas marmotas recién salidas de la hibernación. En los tramos finales es fácil encontrar neveros, por lo que habrá que contar con llevar a mano el piolet y los crampones. Una vez en el puerto, a 2272 metros, se me presenta el lado francés de Gavarnie y a la izquierda el col des Tentes, desde donde se van acercando los senderistas franceses.
Subiendo al Puerto de Bujaruelo |
Vistas desde el Puerto hacia el valle de Bujaruelo |
Y hacia el col des Tentes, en Francia |
El resto de la ruta guarda nieve hasta bien entrado el verano, así que si la queremos hacer en primavera deberemos manejar bien la técnica de cramponaje. Tras rodear la famosa cara norte del Tallón voy ascendiendo hasta llegar al col de Sarradets (2589 mts). La estampa que me encuentro es sobrecogedora; desde aquí puedo admirar por primera vez la cascada y el circo de Gavarnie en todo su esplendor.
Tras un descansito en el refugio de Sarradets (o de la Brecha, como parece que ahora se llama) afronto la subida final, accediendo a la Brecha por la ladera de la derecha (oeste). Una vez en ella sobran las palabras; a un lado Francia con el circo de Gavarnie, al otro el valle de Ordesa con los picos del Casco y la Torre. Vaya mandoble tuvo que dar el bueno de Rolando para crear semejante puerta...
Subiendo al col de Sarradets |
Vista de Gavarnie desde el col |
Refugio de la Brecha o Sarradets |
Llegando a la Brecha |
Ya en el lado español, con el Casco tapado por la nube |
Aunque el tiempo no acompaña, me animo a completar el plan previsto y subo entre la niebla hasta el pico Tallón (3144 mts), rodeando los contrafuertes de la Brecha y pasando por detrás del Dedo y la llamada Falsa Brecha. La subida por su cresta es sencilla y sin zonas expuestas, lástima que las nubes me impidieran disfrutar de las vistas.
El Dedo y la Falsa Brecha |
Cima del Tallón (o Taillón, según mapas) |
De nuevo la Brecha desde el lado francés, ya de bajada |
Bodegón en Sarradets |
La famosa cara norte del Tallón |
La vuelta la realicé por el mismo camino, desviándome un poco antes de llegar al refugio de la Brecha para acceder a un resalte rocoso que amplia la perspectiva del circo de Gavarnie y las vistas de Sarradets (ver track). La nieve primavera, ya transformada, me permitió quitarme los crampones una vez salvadas las rampas más expuestas y bajar en un momento hasta el puerto de Bujaruelo "esquiando" sobre mis botas (ventajas de calzar un 47). Con toda la tarde por delante y por fin con un sol radiante pude perder todo el tiempo del mundo fotografiando flores y marmotas hasta llegar de nuevo al refugio y tomarme un delicioso café en su porche.
De vuelta a Bujaruelo |
Longitud: 23 kms
Desnivel acumulado positivo: 2000 metros.
Duración: 8-10 horas.
Dificultades: Ruta de alpinismo, con nieve hasta bien entrado el verano. Imprescindible conocer la técnica básica de crampones y piolet. Físicamente exigente.
Track: Pinchando aquí
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