O viento rondador es el título de una de las canciones más populares de la Ronda de Boltaña, en la que un viento que habla en fabla recorre los distintos barrios del municipio boltañés; Silves, Ascaso, Margudgued, Espierlo.... Por eso no debe extrañar que la carrera local, que también pasa (o "ronda") por varios de esos núcleos, haya adoptado el nombre de la canción haciendo de paso su particular homenaje al emblemático grupo.
Hacía dos años que no teníamos el placer de celebrar la carrera y en Boltaña se respiraba el ambiente de ediciones anteriores. Qué gustazo ver de nuevo a los voluntarios de la Juventud Pelaire volcados con el evento y al Ayuntamiento con su alcalde a la cabeza haciendo todo lo posible para que corredores y vecinos disfrutaran de cada acto del fin de semana. Un programa en el que además de las dos carreras principales (de 25K y de 11K) incluía una agradable comida popular con chocolatada y carreras infantiles por la tarde.
Arrastrado por tanta ilusión me apunté sin dudarlo a la versión más larga (la de 25 kms), sabiendo de antemano que me iba a arrepentir durante los próximos días. Porque una cosa es salir a entrenar por Juslibol un par de veces por semana y otra muy distinta es subir a Nabaín y bajar del tirón los 1000 metros de desnivel hasta Jánovas.
Y efectivamente, la segunda parte de la carrera se convirtió en un pequeño calvario en el que mis temblorosos cuádriceps tuvieron que llevarme renqueantes hasta Boltaña por el bonito sendero del río Ara, hasta dejarme de mala manera en la meta de la plaza. Eso sí, con una sonrisa de oreja a oreja.
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