martes, 11 de octubre de 2011

AVENTADOS (VUELTA A RIGLOS): Por Marcos

No importaron las predicciones. Cuando el gusanillo de la bici pica, parece que da igual que llueva, nieve o haga cierzo. Esos locos de las bicis, que diría uno que yo me sé.
Quizás por eso nos enfrascamos en darle la vuelta a los mallos de Riglos, a pesar de que el viento casi te tiraba de la bicicleta. Es una excursión que Diego y yo conocemos bien, de hecho es una de nuestras favoritas y no queríamos dejar pasar la oportunidad de enseñársela a Adrián.
Quedada nocturna en Zaragoza, entre los borrachos de Interpeñas tiritando en las paradas del autobús. Mr Jacobo se nos cae a última hora por uno de esos "virius que corren" y salimos Adrián, Diego y yo.
Antes de empezar a sufrir tenemos un último momento de lucidez y nos paramos a comer torta y pastas en Ayerbe..., una delicia.
Primera parte: viento huracanado de Ayerbe hasta el Mirador de los Buitres (fotos 1 y 2). Llegamos rotos y acabamos de empezar. Seguimos, con más miedo que vergüenza, hasta lo alto de la sierra de Riglos, superando las rampas más explosivas de la excursión, de esas de meter el pisahuevos y hacer equilibrio. Estamos a 1100 mts y parece que el viento sopla menos aquí. Bajada espectacular, rápida pero técnica, hasta la Foz de Escalete donde empieza el "Galibier de la zona" según palabras de nuestro jedi ciclista Diego (fotos 3 y 4). Subida dura, larga, con repechos y escasos descansos pero bellísima entre el bosque prepirenaico que aún no se decide a ponerse la ropa otoñal. Menos mal que aquí no nieva lo suficiente para poner remontes... .
Bajamos por una trialera muy disfrutona (foto 5) hasta la base de los siempre impresionantes mallos de Riglos, mirando con ojos lujuriosos a la Aguja Roja, el Puro y el Pisón, y cómo no..., acordándonos de nuestro hombre-araña Galo al divisar "La Fiesta del Biceps" en la Visera.

De ahí hasta Ayerbe de nuevo por bosque y matorral, en un contínuo sube y baja que acaba de comer la moral de más de uno.

En fin, una vez más culminamos la ruta con la sensación de que es una de las más completas, bellas y duras de la provincia, aún más en esta ocasión con nuestro compañero de pelotón; el cierzo.  Por mucho que nos quejemos, en el fondo lo echaríamos de menos si faltara. Los ciclistas maños seremos siempre unos aventados... ¡y a mucha honra!.




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