lunes, 23 de septiembre de 2013

LARRA-LARRAU 2013. Por Marcos.




Como casi todos los puertos del mundo de la bicicleta, al de Larrau también lo conozco gracias a mi afición al ciclismo de competición. Corría el año 1996, y a pesar de que ya no era precisamente un crío sufría como si lo fuera la derrota de Induráin en el Tour del 96.  Nunca olvidaré al pobre Miguelón reventado en este puerto camino de Pamplona, en la etapa que iba a ser su homenaje personal del Tour, pidiendo agua a los coches de otros equipos y a 8 minutos del grupo del líder Rijs. Por eso nunca se me olvidó el nombre de Larrau, desde aquel día considerado por muchos el puerto más duro del Pirineo.


Y como no, desde entonces se han creado hasta 3 carreras cicloturistas que suben por alguna de sus vertientes; la Pax Avant, la Irati Extrem y la Larra-Larrau. Quizás la más tradicional es precisamente esta última, que además sube el puerto por la vertiente más dura, la del Tour del 96, es decir, de Francia hacia España. El único problema, o al menos en mi caso, es que se corre en Septiembre, y después de las vacaciones de verano, la forma física queda muy lejos de la que se tiene en primavera.

Sin embargo, este verano las circunstancias me han permitido andar en bicicleta bastantes días… asi que ¿por qué no intentarlo?.  Miro mi cuentakms anual: 2200 kms este año. Para lo que estoy acostumbrado… ¡de sobra!.

El día de la carrera se anuncia con la clásica alarma meteorológica que precede a cualquier actividad de los Sin Rumbo. Esta vez es por tormentas. De hecho, 10 minutos antes de darse la salida en Isaba cae un chaparrón que hace que muchos de los participantes que ya estaban vestidos de romanos y con las bicis fuera del coche decidan recular y volverse a Pamplona (la mayoría) antes que soportar un día así (de los mil inscritos creo que salieron 600 entre la marcha corta y la larga).



Yo, para variar, decido salir. Eso si, me visto como si estuviésemos en Marzo, más que al final del verano. El primer obstáculo del día el puerto de La Piedra de San Martín (col de Soudet por el lado francés). Un puerto de 14 kms, con pendientes bastante llevaderas y que recorre todo el valle del Roncal hasta la frontera. El tiempo nos respeta, al menos no llueve, y entre la niebla y las nubes vamos viendo el paisaje kárstico de Larra, lleno de simas hasta parecer un auténtico termitero de dimensiones gigantescas. Dejamos de lado la Venta de Juan Pito (no se pierdan sus migas si tienen oportunidad) y el ruinoso Refugio de Belagua, ahora abandonado pero en su día unos de los más entrañables de todo el Pirineo (¿por qué se dejó cerrar??). Llegamos a la Piedra de San Martín, allí donde una vez al año los pastores roncaleses y franceses se intercambiaban el derecho a pastar con una ceremonia que aún se recuerda. Toca abrigarse… ¿aguantará sin llover?.

Descenso de 26 kms a lo más profundo de Francia…. Lloviendo y con más frío que un pingüino. El cuerpo empieza a temblar encima de la bici, aunque aún conservo la sensibilidad en los dedos para frenar. Menos mal que abajo nos dan té caliente y la cosa se atenúa un poco.

Llegamos a la subida al Issarbe. Dicen que es casi peor que Larrau, y la verdad es que el perfil es bastante parecido. La subida es grandiosa, a pesar de que casi no se ve nada entre la niebla. Da la impresión que estamos a años luz de Zaragoza y sus secarrales, entre tanto musgo, helecho, haya y roble. La temperatura no termina de bajar así que la única dificultad añadida a las rampas es el barrillo que en el asfalto mojado ha formado el estiércol de las abundantísimas vacas que pueblan estos valles. Efectivamente, los primeros kms son criminales y me harto de pedalear de pie a pesar de llevar calzado un 34x29 (menos mal…). La llegada a la cima es una mezcla de alivio y de miedo, pensando en que “sólo queda lo peor”.
 Y qué decir de Larrau. Un puertarraco de kms, con 4 seguidos a más del 10.5%, después de lo que llevábamos encima. Y para no traicionar el espíritu de estos valles niebla cerrada, de la de no ver más allá de 50 metros. Por supuesto, estamos tan dispersos a estas alturas que cada uno va a su ritmo, solos, y en mi caso a cámara lenta (a 7-8 kms/h y más de pie que sentado). Como diría un profano de la bicicleta…”¡parecéis tontos!”. Las rampas previas al col d’ Erroymendi son el lugar más agónico de la subida… y donde han decidido ponerse los fotógrafos de la prueba, ¡menudo sadismo!. Afortunadamente, el par de kms al 2% que siguen a este collado son cruciales para descongestionar las piernas, cargarse de valor y afrontar el último kilómetro y medio de la subida, de nuevo por encima del 10%. Dicen que el último tramo es interminable porque ves la cima y parece que nunca llega. Por lo visto yo fui afortunado porque con la niebla que había me ahorré esa desagradable sensación y sólo fui capaz de ver el col cuando quedaban 30 metros.

Y señores, por fin había coronado Larrau, y sin parar en toda la subida, igual que en los otros dos puertos. Puede ser una tontería pero yo considero ascendido un puerto cuando soy capaz de hacerlo del tirón… sin detenerme a descansar.

A partir de aquí a abrigarse y de nuevo a bajar. Las primeras curvas te llevan por encima del bosque de Irati, esa maravilla del valle navarro de Salazar. El Ori debía quedar a mis espaldas, presidiendo la postal, pero la niebla apenas me dejo ver ni a uno ni al otro… supongo que no se puede tener todo en el mismo día.

El puerto de Laza es un mero trámite para encarar los últimos kms de recorrido antes de Isaba. La Larra-Larrau ya está en el bolsillo.

El frontón de Isaba nos reúne a todos los ciclistas en torno a la comida. Momento de compartir las experiencias de cada uno, comparar la dureza de los puertos, del tiempo, etc… Ganan por goleada los vascos y navarros, aunque llama la atención la cantidad de valencianos y catalanes que también vienen a sudar a estas tierras. En fin, a recoger y a casa, parando antes en Roncal para comprar un buen queso de oveja y un pacharán… que los productos de este valle no son para pasarlos de largo. A esas alturas ya estaba cayendo una impresionante tormenta que hubiera hecho estragos en la carrera si se hubiera adelantado un par de horas.
Larra-Larrau: 143 kms, 3600 metros de desnivel positivo.

PD: Las coincidencias de la vida; ¿sabéis quién estaba corriendo la marcha corta un poco por detrás mío?. Miguel Indurain. ¡Y acabó el 14º!. Está claro que el campeón no dejó de enfrentarse a Larrau en el 96…


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