viernes, 9 de agosto de 2013

"Cines de Verano" (por Rober)


"Cines de verano"

Crónica de la Calcenada 2013
104 km trail running
Integrante SinRumbo: Rober (el resto dando pedales!)

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Cines de verano...estos han sido sin duda durante muchos años la auténtica liturgia, el reclamo inagotable de las plazas de pueblo para esas noches estivales donde, silla en mano y con bolsa de pipas, dejarse uno engullir por las estrellas mientras el traqueteo del proyector lanzaba imágenes sobre la improvisada pantalla. Quiero pensar que Calcena sigue teniendo el suyo, y si acaso nunca lo tuvo, siempre se puede volver a costumbres del pasado que tan ventajosas se prestan de cara a la digestión de la cena...aunque Calcena parece apostar por el no menos practicado "paseo nocturno", eso sí, al estilo de las tierras del Moncayo.

Pero llegando al ocaso de la tórrida tarde del viernes 3 de agosto, me encuentro deambulando por las calles de Calcena, ya no se si reivindicando la vuelta de los cines de verano o una explicación más o menos razonable para dar sentido a ciertas decisiones que uno toma en la vida. He cambiado la bolsa de pipas por un dorsal, la silla piscinera por una mochila a la espalda, y después de cenar a las 7 de la tarde, solo me queda confiar mis tripas me perdonen por la digestión que les espera...

21:00 h y pistoletazo de salida, comienza la calcenada de verano 2013, modalidad corriendo!!. Tres horas antes se han puesto en marcha los andarines y jinetes, mientras que los ciclistas tendrán que esperar a las 08:00 h del día siguiente. Me despido al trote de Jacobo, que ha llegado a tiempo de verme zarpar, obviamente SinRumbo.

Tras el Andorra UltraTrail, y con el GRP esperando a finales de agosto, estoy en plena fase de experimentación con los 3 ingredientes básicos que conforman este guiso especiado llamado trail running: desnivel, distancia y capacidad de correr. La Calcenada se presenta a priori rebosante de dos de ellos: 104 km por delante de pistas 100% correteables (si hay fuerzas para ello).

Ritmo suave de salida, buscando una sensación de comodidad y un progresivo lubricaje de piernas de cara a las horas que tengo por delante. No conozco a nadie del resto de corredores, aunque no es nada complicado en los primeros km entablar conversación con unos y otros; siempre hay alguien dispuesto a compartir una buena batallita!! Los primeros 20 km tan solo tienen una subida llevadera por buena pista hasta el collado del Tablado, seguida de una bajada que a momentos se hace interminable, ya con la noche protagonizando la escena. Repostaje y corta charla en el pueblo de Borobia, para poner rumbo al pueblo de La Cueva (km 33), desde donde afrontar la subida a Canto Hincado. Saliendo de Borobia, me sorprende lo desperdigado que ya anda la carrera; durante largos ratos deambulo solo por las pistas, francamente buenas para correr por la noche, sin apenas irregularidades que pongan a prueba la propiocepción y tobillos de uno. Alterno trote y rápido andar, sin desaprovechar ningú trago en los múltiples avituallamientos custodiados por voluntarios dispuestos a pasar una noche al raso...eso sí, una buena noche porque la temperatura es perfecta. Alcanzo el collado de Canto Hincado y por primera vez echo un vistazo al reloj; voy a cerrar un tiempo próximo a las 6 horas para concluir el primer sector maratoniano, y no tengo claro si estoy marchando lento o no; el caso es que las sensaciones son relativamente buenas cuando alcanzo el refugio de Aldehuela.

Caldo caliente, cambio de zapatillas y calcetines, y vuelta a la pista forestal. El fresco de la madrugada anima a trotar, aunque solo sea por entrar en calor; aquí entro en uno de los momentos karma de la carrera; aprovecho la comodidad de la pista y el suave descenso para ir cogiendo ritmo y más ritmo, y del trote a la carrera, y carrera fácil con zancada controlada pero buena frecuencia, y pim pam pim pam...aterrizo en San Martín después de cubrir cerca de 10 k a ritmo prácticamente de entrenamiento, con 4 km finales de bajada en asfalto. Error!!!!!!!!!! Bienvenidos al interesante mundo de la gestión de emociones en las carreras de distancia...

Aprovecho el avituallamiento de San Martín para mandar un whatsapp a la familia, dadas las limitaciones de cobertura en Calcena y alrededores. Son pasadas las 4 de la madrugada, así que no espero respuesta. Foto de rigor con el personal voluntario de la carrera y rumbo a Litago (km 60 de carrera). El subidón del tramo anterior se transforma en un dolor opresivo en la rótula derecha; pruebo a trotar pero la molestia es bastante intensa, así que me conformo con andar a buen ritmo y algún tramo de trote ligero. Tengo 10 km para pedir perdón a mis piernas por mis excesos y buscar un acuerdo amistoso entre voluntad y capacidad física...y es que el cuerpo siempre puede dar más, pero el problema radica en que dar más no significa que lo soporte..



Aprovecho el avituallamiento fantástico de Litago para romper todo tipo de ortodoxia en lo que alimentación de carreras se refiere, y me voy como una flecha a por un flan. Un poco de agua y un par de mordiscos a un bocatín de jamón serrano con tomate hacen el resto. Estiro suavemente cuadriceps para ver si alivio un poco la tensión en la rótula y me pongo en marcha...próxima parada: Añón (km 70). Los primeros 5 km coinciden con el amanecer, aún muy tibio, pero suficiente para decir adiós al frontal. Terreno en subida por camino más de monte, y recobrando sensaciones en las piernas...sigo más solo que la una en mi marcha, y ya he dejado la noche atrás. Me encuentro con algún corredor pero les dejo atrás en este tramo de subida, voy cómodo y cogiendo ritmo. Y de andar paso al trote, y del trote a una carrera ligera y de nuevo las piernas responden y entro en otro demoledor estado de karma...gestión de las emociones II parte...

!! No se puede pasar por el avituallamiento del km 65 de una carrera de 104 km gritando a los voluntarios "voy como una motoooooooo" !! No se puede...eso el hombre del mazo no lo perdona.. Pero hay que reconocer que sentía de puta madre, de auténtico subidón y me pegué una bajada al pueblo de Añón como si ahí estuviese la meta.

El tramo Añón - Talamantes me coge ya en plena mañana, por unas pistas con horizonte infinito, muy del estilo de Las Planas en Zaragoza. Alterno trote y andar ligero, afrontando la subida al collado Negro con precaución aunque buen ritmo. No hay nada como pensar en tus compañeros SinRumbo dejándose los higadillos en esta subida para distraer la mente y alcanzar el collado casi sin darme cuenta. Ahora toca otra bajada por pista donde ellos se acordarán seguro de mí. Avituallamiento de Talamantes y km 80 de carrera. Cambio de camiseta, un par de vasos de coca cola, reviso chasis y continuo marcha para cubrir los últimos 24 km. Por delante, el puerto de la Tonda, el coco de la carrera. No tengo apenas referencias de la subida, me hablan de unos 6 km de tramo duro y mantenido. Dejo atrás Talamantes por un tramo de transición que alterna llanos y repechos, enfocando mi estrategia para la subida, cuando me adelante otro corredor que parece lleva piernas frescas. Cambio rápido la estrategia e intento ponerme a su rueda; no se por qué me inspira el tipo la confianza propia de alguien con experiencia. Justo al inicio de la subida de la Tonda le doy alcance, y ahora tomo yo la delantera. Andando a buen ritmo y con algunos andarines de referencia más arriba. Unos 40 minutos más tarde damos conquistada la subida y afrontamos los últimos km de descenso a la carretera a Calcena.

Avanzamos en un primer tramo juntos, charlando de carreras pasadas y la fiebre de la ultradistancia. Llevamos un trote cómodo que nos lleva al penúltimo avituallamiento, donde mi compañero vuelve a tomar la delantera y me quedo otra vez con la compañía de mis zapatillas. Se que en el siguiente avituallamiento hay un tirador de cerveza, un clásico en la carrera y el indicador más claro que la meta queda ya a la vuelta de la esquina. Mientras tanto, por fin un camino más técnico, con piedra suelta y más de monte. Y en bajada. Otra vez me pica la bicha y para cuando quiero reaccionar, voy bajando a tumba abierta, sin ninguna conciencia acerca de los más de 90 km que llevo en las piernas...gestión de las emociones capítulo III.

Alcanzo al corredor con el que subí la Tonda, le paso y continuo a plena carrera hasta el avituallamiento del tirador de cerveza, donde me doy el gustazo de una caña helada y unos frutos secos. Eso si, parada breve y continuo hasta la carretera de Calcena para cubrir los últimos 5 km de asfalto. Mientras tarareo en mi cabeza el "Volando voy" de Camarón, el asfalto de la carretera me despierta de un zarpazo y de nuevo noto un opresión muy potente en la rótula. Ahora me empiezo a acordar de la bajada. Hago un intento y nada de nada, toca andar. Solo de pensar lo que me pueden llevar estos 5 km andando me da un chungo, porque ya estamos alcanzando el mediodía y el sol calienta pero bien. No queda otra, así que intento andar con alegría mientras me junto con una hilera de participantes afrontando ya el tramo final. Tiro de Ipod para entretenerme, con un poco de rabia por no terminar corriendo cuando practicamente he corrido en todo momento donde podía hacerlo...

Y entonces entramos en el capítulo final de la gestión de emociones...cuando la voluntad se impone sobre el cuerpo. En mi opinión, un error, porque es una ruptura completa del equilibrio de la persona, aunque te permita como fue el caso cubrir los últimos 2 km corriendo de nuevo a buen ritmo y con una sensación de subidón y potencia...quería terminar corriendo y vaya si lo hice, pero cuando crucé la meta sabía que no había sido una decisión sabia. Una carrera es el éxito de la simbiosis cuerpo-mente, y en la meta de la Calcenada mi mente iba tirando del cuerpo como un caballo percherón. Haber recorrido esos últimos km andando quizás no hubiese sido tan "cool", pero sin duda hubiese sido un ejercicio de equilibrio y gestión de las emociones. Pero para eso vine a la Calcenada...para aprender...

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